miércoles, abril 26, 2006

¡Has ganado!

Buenos días, hoy nos hemos reunidos frente a esta cálida pantalla de computadora (si usted está leyendo esto en papel sepa que es un desperdicio de tinta, papel y tiempo el imprimir una incoherencia como esta) para hablar sobre las benditas promociones que todo producto que se respete manda alguna vez en su historia. ¿Quién de nosotros no levanta la tapita de una gaseosa, envoltorio de chicle o hasta el interior de una baguette francesa en busca del ansiado papelito que diga “Te ganaste un (inserte aquí boludez que dan en dichos concursos)”? Se dice que dichas promociones fueron inventadas hace miles de años en china para promover el consumo de arroz, imagino que la promoción debe haber sido algo tipo “con cada compra de 200 kilogramos de arroz usted se gana un automóvil 0 kilómetros”, claro que la gente de la época no tenía la más puta idea de lo que era un auto, menos aún de lo que era un kilómetro y ni siquiera se había inventado el sistema decimal, pero la curiosidad podía más que ellos, como aún sucede hoy en día. Por supuesto ningún chino veía ni la foto del tipo que se suponía que tenía el taller donde alguna vez había trabajado el que había ajustado el embriague del auto en cuestión, como aún sucede hoy en día, pero todos eran felices con solo participar. Ilusos.
La historia demuestra, paradójicamente, que la historia se repite y así sucedió con los griegos los cuales compraban enormes cantidades de vino “Dionisio” porque te si mandabas el envase al Olimpo participabas en el sorteo de 15 entradas para una orgía, casualmente siempre ganaban 14 minas buenísimas y el hijo del dueño de la vinería. Los romanos adoptaron esta costumbre y regalaban orgías en casi todos sus productos, es más, solo por entrar al coliseo te repartían 20 folletos invitándote a varias fiestas de este tipo, en las que por diversas razones terminaban siendo todos tipos, pero bueno, ya sabemos como acabaron estos muchachos.
Así llegamos a la edad media, donde este tipo de promociones adquirió un tono más clandestino. Constaba principalmente en los clásicos productos dobles, es decir, si te llevabas un anillo de oro te regalaban un cepillo para la nena de la casa o un caballito de madera para que el joven noble jugase a asesinar brutalmente miles de campesinos como hacía su papá. Sin embargo la mayoría de estos productos regalo, al estar exentos de impuestos, cobraban un carácter más ilegal, hasta llegar al extremo de que el producto era cualquier boludez para justificar el regalo, algo así como “compre este pedazo de pasto a 200 pesos y de regalo llévese este hermoso frasquito con veneno”. Encima cuando los historiadores se preguntan de donde venían tantas pestes y epidemias culpan a las pobres e inocentes ratas.
Durante el renacimiento a estas promociones infames se les unió un aliado poderoso, el marketing. ¿Quien podía resistirse a pagar 10 mangos extra por esa hermosa colección de platos de porcelana que aparecía pintada en un cuadro digno de artistas de la talla de da Vinci, Botticelli, Rafael Nadal o el mismísimo Ronaldinho? Después cuando uno recibía tres platos de plástico, todos distintos y con la figura de Barney el dinosaurio (sí, pongo una referencia a este maldito bastardo cada vez que puedo) pintada se ponía a pensar que demonios había pasado, pero ya era demasiado tarde para quejarse, aparte si pensabas mucho te agarraba la inquisición y ¡a la hoguera!
Así llegó la edad moderna, los medios de comunicación masiva, la propaganda subliminal y el rey de las promociones inútiles: Tevé Compras (productos pensados para su satisfacción cuando les pase por arriba con una aplanadora), mejor conocido como el “¡Llame ya!”. No hace falta decir que esta última época reúne todas las peores cualidades de las anteriores, aumentadas por los recursos de la tecnología moderna (como el tipo que te reparte folletos por la calle). Veamos ahora algunas de las características de las promociones actuales:

El límite de vencimiento: esta estrategia es muy común. Se trata de poner una promoción a un producto con límite de vencimiento en una fecha dos días posterior a cuando el producto sale a la venta. Así la gente ve el embase de galletitas que dice “junte mil paquetes y llévese una cartuchera firmada por Moria Casán” y comienza a llenar su despensa de paquetes cuyo contenido termina muchas veces en la basura. Para cuando milagrosamente alcanza el número necesario, descubre que la promoción finalizó hace 4 años pero que igual siguen sacando el paquete con la promoción anunciada en la tapa (esto no es solo una estrategia comercial, muchas veces simplemente les da paja cambiar el diseño).

El “ya se llevaron el premio”: uno soporta largos meses de consumo de alguna porquería que ni siquiera les gusta solo para sacar el cartoncito que les dice que se ganaron otra porquería que encima es inútil. Cuando van al kiosco, kiosko, quisko, quiosquito, maxi-kiosco, kiosco de Rubén o tienda de la esquina a cambiar el cartoncito les dicen que se terminaron. A continuación sigue la trágica escena del tipo colgándose una piedra del cuello y saltando al Támesis en un acto de desesperación.

La publicidad miente: Muchas veces el increíble pela papas a energía solar que nos mandan gratis con la aspiradora de bolsillos (no confundir con “de bolsillo”, son cosas completamente diferentes) no resulta ser tan magnífico. Empezando porque nos rebana los dedos y se lanza contra nuestra yugular cada vez que lo prendemos, también gasta una pila tamaño D en 2 minutos y se le quema el cablecito cada vez que se lo acerca a una papa real. Tanto el pela papas como la aspiradora (que la quedó porque no se le puede introducir polvo) terminan en un cajón lleno de basura similar que no tiramos porque nos da vergüenza admitir la forma en que desperdiciamos nuestro dinero.

Después de este breve resumen de la estafa de los concursos vamos a aclarar lo que quise plantear en un principio en el título de este invaluable manuscrito: ¿Qué pasa cuando uno gana un premio medio decente? No hay mejor forma de explicarlo que con un ejemplo de la vida real totalmente inventado:

Hace algunos meses y por esas casualidades de la vida resultó que, habiéndome comprado una gaseosa de 600cc de una marca poco conocida que no voy a nombrar para que no me manden a sus abogados a chuparme la sangre (sé lo que pasó por sus cabezas, tienen la mente pervertida), miré el reverso de la tapita y descubrí, oh gran alegría, que me había ganado un televisor de 29 pulgadas (osea, bastante grande). Muy feliz conmigo mismo corrí hasta mi casa para llamar a la compañía y preguntar como podía retirar mi premio, ahí empezaron los problemas. Este fue el diálogo con el primero de los muchos recepcionistas que me atendió.

Recepcionista 1: ¿quién es? (en tono de “me agarraste en la mitad de una actividad manual”)
Yo: Esteeeee… llamaba por lo del concurso del televisor… (la comunicación telefónica no es muy fuerte, se podría contar como una de mis muchas discapacidades).
Sr. Manuela: Sí, ¿qué querés?
Yo: Bueno, es que acabo de encontrar la tapa ganadora.
Sr. Escéptico: No puede ser (eso ya no era una buena señal). Qué culo que tenés pendejo (esto en vez de reconfortarme me puso más nervioso todavía).
Miedoso: bueno, gracias. Es que quería saber cuando y donde puedo retirar el premio.
Sr. Desinformado: Ah, ni idea, tenés que llamar al número de información.
Gran Miedoso: ¿y no es este?
Sr. Excusa: Bueno sí, pero es que esto es más para atención al cliente viste, entonces medio como que no sé mucho de eso, probá a llamar más tarde a ver si alguien te puede decir algo.
Enorme Miedoso: Está bien pero, este… me podés dejar tu nombre así cualquier cosa pregunto por vos (Yo interno: te voy a hacer echar pajero de mierda).
Sr. “Regreso a mi” Manuela: piiiiiiiiii

Después de varios llamados atendidos por el mismo tipo y una gran serie de discusiones y amenazas, por fin 2 días después me atendió otro recepcionista, un sujeto de voz afrancesada.

Recepcionista 2: Hola, ¿qué necesita?
Yo (tomando confianza): Hola, encontré la tapa ganadora de su concurso, el del televisor, necesitaba saber como y cuando podía retirar el premio.
Recepcionista 2: Ay, ¿sabés que no tengo ni idea? Esperame un sec que te derivo con una chica amorosa que te va a decir todo lo que necesitás.
Yo: Gracias.
30 minutos de la 9ª sinfonía
Recepcionista 3: Buenas tardes.
Yo: Hola, encontré la tapa ganadora de su concurso, el del televisor, necesitaba saber como y cuando podía retirar el premio.
Recepcionista 3: Ah, vos sos el que me pasó Javier… mirá, tenés que llamar a este número (me da el número), ahí dejás tus datos para que te manden el televisor.
Yo: ¿y no me van a pedir ningún comprobante ni nada?
Recepcionista 3: Llamá allá y preguntá. (piiiiiiii).

Llamo al número nuevo

Máquina contestadota: (no hace falta aclarar, ¿verdad?)
Yo: (dejo mi número y aclaro que acabo de ganarme un puto televisor y me gustaría poder verlo antes del nuevo milenio)

Hora y media después suena el teléfono

Recepcionista 4 (el amo del sistema): ¿Hola?
Yo: hola ¿Quién habla?
R4 EADS: Hola
Yo: hola ¿Quién habla?
R4 EADS: ¿Hola? ¿Hola?
Yo: Hola, ¿¿Quién habla??
R4 EADS: ¿¿¿Hola???
Yo: ¡¡¡¡¡¡¡¡¿Quién carajo es?!!!!!!!!!!
R4 EADS: Hola, sí, te llamo de (compañía de bebidas con abogados vampiros). ¿Vos sos el que llamó para decir que había ganado el concurso?
Yo: Sí, quería saber co…
R4 EADS: Sí sí, mirá, primero dame el número del código de tu tapita a ver si corresponde.
Yo: (se lo doy, me sorprendió que fuese tan fácil, pobre de mí).
R4 EADS: Listo, es auténtico. Lo que tenés que hacer ahora es dejarme tus datos y venir acá a la central en (la loma del orto). Traés tu tapita, comprobamos tu documento para ver si está todo bien, si sos mayor y sos legal acá en Argentina (grave error eso de dejar dicho que era uruguayo). Si todo está bien en 2 meses vas a recibir el televisor, ¿entendiste?
Yo: Digamos que sí.
R4 EADS: Listo, dame tus datos por favor.
Yo: (le doy los de mi viejo porque no me da la cara para agregarme 5 años en el documento)
R4 EADS: Todo listo. (pip)

Pocos días después mi viejo fue al susodicho lugar donde comprobaron sus datos y le prometieron que el televisor llegaría en 3 meses.
1 años después recibí un televisor de 11 pulgadas del año 60, el cual tuve que tirar porque no tenía control remoto y eso de pararme a cambiar el canal no va con mi forma de ser.

En fin, con estos tipos no se puede ganar, mejor comprar productos sin ninguna promoción y ahorrarse la plata para comprar un billete de lotería o gastar todo en un casino, ahí tendremos mejores chances de ganar algo que en esas estúpidas promociones.
Fin de la transmisión.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

está bueno,tincho!!

y hay q reconocer q es así xD

llega un momento q si ganaste =ment lo mandast todo a la mierda x todo el quilombo q t trae sacar el bendito premio

me gustó!xq fue algo diferente a lo dmas pero muy bueno sin embargo :)

un beso!!
te kiero!!!

yo xD

Anónimo dijo...

ojo ke con la promo de los phillip morris se pusieron las pilas!
ya conozco dos personas ke juntaron 4 de las 5 piezas para ganarse una gibson les paul :D
increible, yo pense ke era todo mentira
bah porahi es ke son dos enfermos adictos jajaja
nuevamente haciendome reir tinch
un beso!
piku

Anónimo dijo...

bien tincho
no me hizo reir tanto como dijisteee
pero estubo bienn
no voy a ser tu adulador musjuajuaa
continue escribiendoo
abrasosssss

Anónimo dijo...

jaja me siento completamente identificada... nunca gano nada con esas promociones =(

me hicist reir tincho, muy bueno!

segui escribiendo
besos !

Nicolás Toranzo dijo...

Jjajajajaj, me hicste reir mucho.

Aunque no totalmente real, yo me gnae una tv 29 pulgadas en el club automac de McDonalds y me la dieron 15 minutos despues...

Igual me hizo cagar de risa.