martes, mayo 16, 2006

Despertar

Hace casi dos meses que no aparece nada por acá y decir que ando escaso de tiempo sería como decir que Uruguay este año pega la vuelta olímpica en Alemania. La verdad es que lo que escasea es la inspiración así que si no les gusta este último trabajo o no le encuentran un sentido me importa un huevo batido con vanilla porque, como dijo algún viejo sabio, "es lo que hay". Saludos.


Acostado en la cama comienza a despertar, el sueño placentero que vive se va desvaneciendo lentamente. Las imágenes se ofuscan y pierden su color a medida que la consciencia regresa a su ser. El rostro de aquella mujer desaparece con una sonrisa calma y una palabra en sus labios que no alcanza a oír. Ve figuras corriendo, niños jugando tal vez, y siente que esa felicidad se le escapa de entre el cuerpo. Pasan ante él miles de caras y sentimientos que recuerda haber sentido en ese corto tiempo, todo es parte de él, y todo lo abandona ahora pues el despertar llega, implacable y terrible.
Siente que sus ojos se abren por sí mismos ante una luz cegadora y hermosa que lo invita a alejarse del mundo en que aún está sumergido. Pero él no quiere despertar, se rehúsa a dejar inconcluso un sueño tan placentero, pues la historia no tiene aún final y más que nada desea vivir en ese mundo hasta el último instante. Su despertar es similar a una tormenta, la ve acercarse y nada puede hacer para detenerla, por más que huya y se esconda siempre llegarán las nubes, la lluvia y la muerte sobre él.
Justamente es la muerte lo que él teme, la muerte de ese sueño al que jamás volverá tras el despertar. Teme que ese mundo pase al olvido, que todo lo que significa, todo lo que es, desaparezca apenas abra sus ojos. Por eso lucha desesperadamente contra lo inevitable, se niega a aceptar su inminente destino y se revuelve una y otra vez con el único deseo de llevarse una parte de ese lugar, un simple recuerdo, una palabra, un nombre.
De pronto su mano alcanza el sueño, y roba ese nombre de ese mundo, esa sola palabra que vale todo el sueño entero, el nombre que le quita el miedo y le infunde el valor para enfrentar el despertar. Ese nombre que fue todo en el sueño, el centro mismo de su existencia, con ese nombre en su memoria puede por fin dejarse llevar del otro lado, y dejar morir el sueño que tanto amó. O más bien es el quien muere en el despertar, pues el sueño continúa sin él presente, notando apenas su ausencia. El sueño es el mismo, solo falta un nombre. Camina ahora sin miedo hacia la luz, el despertar llega finalmente pero el ya no lo teme, sonríe y se repita una y otra vez el nombre por el que tanto ha luchado. Nada más necesita.

El doctor abre lentamente la puerta y deja salir a la mujer que con dulces ojos llenos de lágrimas saluda por última vez el cuerpo su marido. El doctor dice que no se rindió en ningún momento, que luchó hasta al final para seguir con vida y que solo al final cuando la vida se escapaba de su cuerpo pronunció una palabra sola, tan clara como la luz que lo iluminaba, un nombre, el nombre de ella, seguido de un último suspiro. De todo cuanto existe en este mundo se ha llevado consigo lo más preciado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

buen blog
hay talento aca ;)
abrazo
liberen al tibet!

Anónimo dijo...

jaja te lleno todo
lalalala

Black_Sheep dijo...

Inmaduro...