martes, agosto 30, 2005

El Sueño del Pibe

Cambiando otra vez de estilo, esto es narrado de una forma un poco más poética ¿Qué es más poético que el fútbol?. Es medio cortito porque estoy con los trimestrales así que no tengo mucho tiempo.

El vestuario va quedando atrás, se empiezan a escuchar las voces del público, no puede creer que está realmente allí. La camiseta le brilla sobre el pecho, los colores lo ciegan, el sueño se hizo realidad, toda su vida esperando y ese momento finalmente está allí. Realmente no podría ser más feliz.
Recuerda perfectamente esos días en los que practicaba el fútbol de barrio, cuando maravillaba a sus amigos bailando con la pelota entre las piernas. Tan lejos habían quedado aquellos días, sin embargo ahora los recuerda como si fuese ayer, tal vez fue ayer, tal vez aún está durmiendo en la casa de sus padres y sueña que está allí, parado como ahora, esperando salir a la cancha.
Pero no, esto no es un sueño, o al menos ya no lo es, es la realidad que por fin ha llegado, su destino se ha cumplido. Muchas fueron las noches que pasó entrenando, corriendo, sufriendo para ser el mejor. Los años pasaron y él siguió sin rendirse, cada nuevo obstáculo era un nuevo éxito, cada nuevo club era una nueva esperanza, cada pelota en sus pies era un nuevo paso hasta aquel lugar soñado.
Ya sale a la cancha, el corazón no deja de latir con fuerza, comienza a llorar, esto no puede ser realidad, es demasiado feliz. Los hinchas aclaman eufóricos la entrada del equipo, los gritos vitorean los nombres de cada jugador. Cuando llega el suyo no lo puede creer, ya está, es un sueño, ahora mismo se va a despertar. Abre los ojos y la cancha sigue ahí, sus compañeros le sonríen desde fuera del túnel, invitándolo a compartir la gloria.
Camina temblando hacia el centro de la arena mientras los ejércitos se preparan para pelear. Observa a sus rivales, tan felices como él de estar allí, ahora no importa quien ganará, este es momento hay que disfrutarlo, puede que no vuelva a repetirse. De pronto ese sentimiento de paz lo abandona, ahora se siente inundado por el deseo de victoria, ahora sabe que tiene que ganar, se lo debe a él mismo y se lo debe a la gente.
Ve al árbitro que se acerca a los capitanes, el clásico ritual se repite una vez más, como en todas las canchas en el mundo sucede el saludo. El público calla y siente que se acerca el momento, disfruta los últimos segundos de tranquilidad. Admira al estadio en todo su esplendor, miles de personas se agrupan solamente para verlos jugar. El juez da el pitido inicial, el grito del público rompe el silencio. El Mundial de Fútbol comienza.

sábado, agosto 27, 2005

El Círculo Rojo

Este cuento lo había pensado para mandarlo a un concurso, pero al final me decidí por otro porque esto parece un plagio de la película “La Aldea”.


La brisa movía suavemente los pastos a mi pasar. Los últimos días habían sido tan calurosos que, apenas sentí el fresco viento, decidí salir a caminar por los extensos pastizales que rodeaban el pueblo. No había querido alejarme mucho, jamás lo hacía, sin embargo debí perder la noción del tiempo porque, para mi sorpresa, había alcanzado el final de los pastizales y ante mí se extendían millas y millas de praderas. Fue allí donde lo vi por primera vez. Una línea de lo que parecía ser arena roja se extendía a lo largo del límite del pastizal, a unos pocos metros de este. Es verdad, eran pocas las veces que pasaba por esos lugares tan alejados, pero sin duda habría notado inmediatamente algo tan extraño.
Comencé a caminar junto a la línea, procurando no surcarla, sin saber por qué. No tardé mucho en descubrir que la línea era en realidad un círculo que parecía extenderse todo alrededor del pueblo, bordeando siempre el límite del pastizal. Decidí regresar al pueblo y contárselo a los demás, seguro que alguno de ellos había notado alguna vez ese círculo rojo que nos encerraba en el pastizal.
Fue muy grande mi sorpresa cuando al intentar aclarar mis dudas sobre el círculo ninguno de mis conciudadanos supo darme ninguna explicación satisfactoria sobre él. Nadie lo había visto jamás y todos quedaron muy asombrados por mi relato, algunos hasta se asustaron. Comencé a sospechar que podría haber sido un producto de mí imaginación, una alucinación provocada por la larga caminata sin descanso.
Al día siguiente llevé a todos a ver mi descubrimiento, ya estaba completamente seguro de que me lo había imaginada todo. Sin embargo allí estaba, tan exacto y perfecto como el día anterior, parecía que ni un solo grano de esa extraña arena roja se había movido de su lugar. Todos mis compañeros estaban muy sorprendidos, jamás habían visto ni imaginado nada semejante. Durante las dos horas que permanecimos allí parados contemplando el círculo, nadie se atrevió a salir de él, era como si un temor muy profundo nos impidiera superar esa frágil barrera. Volvimos al pueblo comentando lo que habíamos visto y no tardamos en informarles de las novedades a todos aquellos que no habían venido con nosotros.
La asamblea del pueblo no tardó en reunirse para discutir el problema, la mayoría no le dieron a la cuestión la menor importancia, dijeron que un simple círculo de tierra no significaba nada Pero otros estaban muy preocupados, decían que había que prohibir a todos los pobladores cruzar el círculo, que había que llamar a químicos y geólogos para analizar el círculo y asegurarse de que no era peligroso. Sin embargo en ese entonces nadie prestó oídos a sus quejas.
Todo cobró mayor importancia cuando una terrible plaga comenzó a azotar al pueblo. Como los médicos no lograban encontrar ni cura ni explicación, inmediatamente se creyó que aquellos afectados por la plaga habían intentado cruzar el círculo rojo, que aquella arena roja se trataba de magia negra, de una maldición. Ya no eran pocos los que creían esto, la gran mayoría del pueblo ahora ni siquiera se atrevía a salir al pastizal, por miedo a cruzar el círculo sin darse cuenta.
Yo por mi parte no sabía que pensar. Al principio creí como todos que el círculo era una tontería, pero después de la llegada de la plaga yo también me vi invadido por el temor. No había forma de saber lo que sucedería si lo cruzaba. Sin embargo muy pronto me di cuenta de que si alguno de nosotros no viajaba a la ciudad en busca de ayuda todo el pueblo moriría por la plaga. Pero si atravesar el círculo traía la plaga, eso equivalía a un suicidio.
Una noche decidí presentar la cuestión al consejo, me propuse para salir del círculo en busca de ayuda. Todos reaccionaron muy mal ante mi propuesta, decían: “no puedes cruzar el círculo, no sabemos que podría pasar.” Cuando intenté explicarles que ya nada peor podría pasar me golpearon y luego me encerraron en la alcaldía. Por suerte una de las ventanas quedó abierta y así logré huir.
Cuando por fin alcancé el límite del pastizal no pude encontrar el valor para cruzar la línea. Pasé horas allí sentado sin poder moverme hasta que finalmente me quedé dormido. Al día siguiente estaba muy débil, sin comida ni bebida, sin poder pensar correctamente. Lentamente me puse de pie y comencé a caminar. Ni siquiera lo sentí cuando crucé la línea, todos mis pensamientos se concentraban en seguir avanzando. Poco después me desplomé sin sentido.
Desperté por fin en una cama de lo que parecía ser un cuarto de hospital. Lo había logrado, había llegado a la ciudad. Me levanté con dificultad, intentando no caer al suelo. Una luz brillante me impedía levantar la vista, pero a pesar de ello me di cuanta de inmediato de que no estaba solo en la habitación. Un par de manos fuertes me elevaron y me regresaron a la pequeña cama de la que acababa de salir al tiempo que una voz serena me decía que durmiera, que ya podría levantarme cuando hubiese descansado un poco más. Yo intenté explicarlo todo en pocas palabras, me costaba expresarme, seguramente por efecto de algún medicamento. Finalmente logré gritar “Hay que liberarlos, hay que sacarlos del círculo!”. La voz serena me contestó: “¿Se refiere al círculo rojo? Está loco, nadie puede entrar allí, no sabemos lo que nos podría pasar”.

jueves, agosto 25, 2005

Ella, ese y yo

Esto lo escribí hace un tiempo, las historias románticas no son exactamente lo que me gusta escribir pero hay que probar todo no? no??????

Editado: Bueno, esto ya tiene un título propio, esta es toda la creatividad que me surgió durante los uúltimos días, la novela está medio estancada porque me cuesta un poco mantener el mismo tipo de humor durante tantas páginas. Igualmente de a poco va avanzando, ya veremos que depara el futuro.


La noche se acaba y ya la primera gente empieza a irse del lugar. Allá estoy yo, tirado en un viejo sillón en el que entra 3 veces mi cuerpo. Ella está parada junto a la barra con su eterno novio, creo que se llama Gabriel, pero la verdad no me importa, espero que a ustedes tampoco.
Ella, no voy a decir su nombre, prefiero que me torturen antes de decirlo. Tal vez con el tiempo olvide su nombre, la olvide a ella y lo que fue, es y será. Como venía diciendo, ella es una amiga, o por lo menos lo fue por un tiempo, mucho tiempo. En la clase, de niños, comencé a hablar con ella solo para quemar aquellas largas horas de clase. Así la fui conociendo y queriendo, pero el amor no nació hasta mucho después, cuando yo dejé de ser un niño y me di cuenta de que ella era una mujer. Muy linda mujer por cierto, sus ojos, sus cabellos, incluso su sonrisa era atractiva. Pero yo, como buen idiota, no lo había visto hasta demasiado tarde, o tal vez no, pero si alguna vez había tenido una oportunidad con ella, jamás lo supe y jamás la aproveché.
Ella ahora no es ni siquiera la más cercana de mis amigas, hay varias otras compañeras con las que me gusta charlar y salir de vez en cuando, pero ninguna de ellas me gusta, claro. Solo para ella tengo ojos, cuando le hablo ya no lo hago libremente, su cadena encierra mi garganta, me cuesta expresarme, mido mis palabras, intento decir siempre algo ingenioso, totalmente inútil. Ella igualmente me sigue tratando como un hermano, como si nada nunca hubiera pasado, pero ese algo pasó, muy dentro de mí, aquella noche en que su maldito novio, tal vez se llama Alberto, llegó borracho a la fiesta, la insultó, la empujó y se fue a hablar con otra. Ella lloraba debajo de una mesa, el mantel largo encubría su dolor, cuando yo la fui a buscar. Me acomodé a su lado, le susurré palabras de aliento al oído, hasta entonces solo la amistad reinaba entre nosotros. Yo bromeaba sobre su novio, ¿será Alfredo?, y ella de a poquito empezó a reírse, como cuando éramos chicos y ella reía aunque no entendiera los chistes, reía para ponerme contento. Fue en la charla bajo la mesa cuando me di cuenta de mi amor, de la mentira que había vivido al querer ser solo su amigo, fue cuando ella me sonrió, cuando me abrazó llorando y me dijo que yo era el único que la quería, su único amigo verdadero, su hermano, jamás esas palabras fueron tan hirientes como esa noche. También dijo que ya no perdonaría a su novio, que sería fuerte, que ya mismo iría a cortar con él. Eso fue hace un año y ellos siguen juntos, y yo sigo enamorado.
Sigue hablando con su novio, tal vez se llame Joaquín, mira hacia todos lados menos a mí, porque cuando ella no necesita un amigo, yo soy invisible, soy nada, tal vez una sonrisa desde lejos, un “holacomova?” dicho a velocidad inimaginable. Yo estoy solo y pienso que no puede ser, que no me puede gustar justo ella, es mi amiga, fue siempre mi amiga, ¿seguirá siendo mi amiga?
Llega Gonzalo, se sienta en el sillón al lado mío y me ofrece un pucho. Yo lo rechazo, siempre lo rechazo, le tengo miedo al cáncer de pulmón y las otras terribles e innumerables muertes que ocasiona ¿para qué se gasta en ofrecerlo? Él mira a las chicas que caminan por el lugar sin parar, desfilan para ser miradas y admiradas, pero yo solo la veo a ella, mientras su maldito novio, estoy seguro de que es Fabián, le acaricia el pelo. Como me gustaría arrancarle cada uno de sus dedos. Aparto los deseos de sangre y venganza de mi mente, cuando el novio, Manuel es el nombre me parece, se aleja abruptamente de ella, dejándola sola e indefensa a mis ojos, tal vez es hora de que me acerque. Pero el sillón me atrapa y ya no puedo moverme, mis piernas están paralizadas, mi cerebro les ordena moverse pero ellas se niegan. Parece como si todo mi cuerpo se hubiera puesto de acuerdo para impedirme acercarme a ella.
Una hermosa chica pasa a mi lado y me sonríe, Gonzalo finge limpiarse la baba, yo ni siquiera me giro para verla, unos minutos después me arrepiento, acabo de perder una oportunidad que se da pocas veces, todo por culpa de ella. A veces parece como si las demás mujeres ya no me interesaran, otras veces me interesan demasiado, me ayudan a alejarla de mis pensamientos. Recorro el lugar con la mirada buscando a la linda muchacha, pero mis ojos solo la ven a ella, sentada tomando su trago, parece llorar.
Ya no es la pequeña niña de hace algunos años, es hermosa, es una mujer, es todo lo que yo siempre quise, y lo tuve delante de mis ojos durante tanto tiempo que no podía verlo. Me decido, me levanto, camino despacio, las rodillas me tiemblan, no puedo respirar bien, ¿qué me pasa? Siento que algo va a pasar, esta no es como las demás veces que intenté hablar en serio con ella, esta vez va a ser distinto. Me acerco por detrás, toco su hombro de un costado y me apoyo en el lado opuesto de la barra, ella se gira para ver quién la llamó, al no ver a nadie gira su cabeza hacia el otro lado y allí estoy yo, sonriendo como un idiota. Definitivamente estuvo llorando, el maquillaje bajo sus ojos está corrido, pero eso no disminuye su belleza. Me saluda, intenta sonreír, pero enseguida otra lágrima corre por su mejilla. Mi sonrisa estúpida muere en el acto, estiro la mano y atrapo la lágrima antes de que logre huir, le pregunto qué pasa, aunque ya empiezo a adivinarlo. El maldito novio la engañó de nuevo. Lo mismo había pasado en la fiesta de hacía un año, cuando me enamoré de ella por fin.
Intento consolarla, darle palabras de aliento, le aseguro que todo va a estar bien, ni yo me lo creo. Ella llora un rato más, ahora intenta excusar a ese estúpido, dice que está teniendo problemas en su casa, que sus padres se van a separar, ni ella se lo cree. No deja de mirarme con esos ojos, ahora que me necesita sí me ve, sabe que estoy ahí para ella. De pronto un impulso se apodera de mí, la abrazo, intento aguantar su dolor, su cara está frene a la mía, por fin, después de tanto esperar, la beso, y ella me besa a mí. El beso parece durar horas, tal vez han pasado días, nos quedamos así, juntos, es todo lo que había soñado.
De pronto siento un tirón, un fuerte golpe me separa de ella, caigo de espaldas al suelo y veo al maldito novio que se abalanza sobre mí. Logro esquivarlo justo a tiempo, mientras un par de amigos corren para agarrarlo, no les cuesta mucho inmovilizarlo, es un tipo flaco, casi tanto como yo. Me acusa de cobarde, de ladrón, intenta liberarse inútilmente, yo miro de reojo a los patovas que ya se acercan a ver que pasa, le propongo ir afuera a arreglar el asunto, tengo ganas de reventarlo. Ella no deja de llorar.
Salimos, el novio, me parece que alguien lo llamó Sergio, está un poco más calmo, aunque sigue medio borracho. Mis amigos lo sueltan y se arma una ronda alrededor nuestro, ella no mira, no puede mirar, preferiría que lo hiciera. El novio se dispone a atacar, se tambalea tanto que yo me río, pero también me preparo. Se lanza contra mí sin aviso, pero no me cuesta trabajo esquivarlo y ver como se va de boca al piso, un pequeño grito sale de la multitud. El novio se levanta, creo que está llorando de la humillación, me da un poco de lástima así que decido ponerme serio y terminar con esto antes de que se ponga feo, lo único que falta es que este gil se haya traído un cuchillo. Salta de nuevo hacia mí, esta vez no lo esquivo, preparo el golpe y le doy justo en la cara, en pleno vuelo. Sale disparado hacia atrás, puedo ver el pequeño hilo de sangre que cae al suelo, por fin ella aparece corriendo, pasa a mi lado sin siquiera verme, abraza a su novio y grita “¡Augusto!” Que nombre de mierda que tiene.
Me alejo sin decir nada, mi amor acaba de morir y jamás volverá, ella lo remató con una sola pedrada. Nunca entendí que fui para ella, una excusa, un arma, un pobre estúpido en el mejor de los casos. Con el tiempo la perdono, no soy rencoroso, pero jamás la veré con los mismos ojos, ni los del amigo ni los del amante, solo con los de un extraño. No se qué pudo hacerme pensar que ella me quería, la desesperación del momento tal vez, solo sé que en ese instante su engaño me lastimó y esas son heridas que tardan en sanar. Me alejo de la feliz reunida pareja, parecía que nada los separaría en ese momento, el gladiador vencido y su amada, no pasará más de una semana antes de que él la engañe de nuevo. Pero yo ya no estaré allí para consolarla, para amarla. Ella no entiende que ese amor es lo que necesita, es lo que desea, pero ese amor murió esta noche, cuando por fin dijo el nombre del maldito novio, creo que era Adrián, la verdad no me importa, espero que a ustedes tampoco.

Iniciativa

Francamente no soy del tipo de personas que son constantes en las cosas que hacen, ya he tenido un blog antes pero no duró mucho debido a falta de tiempo, interés y mejores escusas. El hecho es que si algún día planeo ser un escritor, por más fracaso que sea, necesito de alguna forma demostrar que puedo ser constante en la escritura, así que decidí copiar la iniciativa de un primo mío y reviví mi blog (más bien lo reencarné en un nuevo ser). Esto no es para que otros lo lean, es principalmente para que yo escriba.