Esto lo escribí hace un tiempo, las historias románticas no son exactamente lo que me gusta escribir pero hay que probar todo no? no??????
Editado: Bueno, esto ya tiene un título propio, esta es toda la creatividad que me surgió durante los uúltimos días, la novela está medio estancada porque me cuesta un poco mantener el mismo tipo de humor durante tantas páginas. Igualmente de a poco va avanzando, ya veremos que depara el futuro.
La noche se acaba y ya la primera gente empieza a irse del lugar. Allá estoy yo, tirado en un viejo sillón en el que entra 3 veces mi cuerpo. Ella está parada junto a la barra con su eterno novio, creo que se llama Gabriel, pero la verdad no me importa, espero que a ustedes tampoco.
Ella, no voy a decir su nombre, prefiero que me torturen antes de decirlo. Tal vez con el tiempo olvide su nombre, la olvide a ella y lo que fue, es y será. Como venía diciendo, ella es una amiga, o por lo menos lo fue por un tiempo, mucho tiempo. En la clase, de niños, comencé a hablar con ella solo para quemar aquellas largas horas de clase. Así la fui conociendo y queriendo, pero el amor no nació hasta mucho después, cuando yo dejé de ser un niño y me di cuenta de que ella era una mujer. Muy linda mujer por cierto, sus ojos, sus cabellos, incluso su sonrisa era atractiva. Pero yo, como buen idiota, no lo había visto hasta demasiado tarde, o tal vez no, pero si alguna vez había tenido una oportunidad con ella, jamás lo supe y jamás la aproveché.
Ella ahora no es ni siquiera la más cercana de mis amigas, hay varias otras compañeras con las que me gusta charlar y salir de vez en cuando, pero ninguna de ellas me gusta, claro. Solo para ella tengo ojos, cuando le hablo ya no lo hago libremente, su cadena encierra mi garganta, me cuesta expresarme, mido mis palabras, intento decir siempre algo ingenioso, totalmente inútil. Ella igualmente me sigue tratando como un hermano, como si nada nunca hubiera pasado, pero ese algo pasó, muy dentro de mí, aquella noche en que su maldito novio, tal vez se llama Alberto, llegó borracho a la fiesta, la insultó, la empujó y se fue a hablar con otra. Ella lloraba debajo de una mesa, el mantel largo encubría su dolor, cuando yo la fui a buscar. Me acomodé a su lado, le susurré palabras de aliento al oído, hasta entonces solo la amistad reinaba entre nosotros. Yo bromeaba sobre su novio, ¿será Alfredo?, y ella de a poquito empezó a reírse, como cuando éramos chicos y ella reía aunque no entendiera los chistes, reía para ponerme contento. Fue en la charla bajo la mesa cuando me di cuenta de mi amor, de la mentira que había vivido al querer ser solo su amigo, fue cuando ella me sonrió, cuando me abrazó llorando y me dijo que yo era el único que la quería, su único amigo verdadero, su hermano, jamás esas palabras fueron tan hirientes como esa noche. También dijo que ya no perdonaría a su novio, que sería fuerte, que ya mismo iría a cortar con él. Eso fue hace un año y ellos siguen juntos, y yo sigo enamorado.
Sigue hablando con su novio, tal vez se llame Joaquín, mira hacia todos lados menos a mí, porque cuando ella no necesita un amigo, yo soy invisible, soy nada, tal vez una sonrisa desde lejos, un “holacomova?” dicho a velocidad inimaginable. Yo estoy solo y pienso que no puede ser, que no me puede gustar justo ella, es mi amiga, fue siempre mi amiga, ¿seguirá siendo mi amiga?
Llega Gonzalo, se sienta en el sillón al lado mío y me ofrece un pucho. Yo lo rechazo, siempre lo rechazo, le tengo miedo al cáncer de pulmón y las otras terribles e innumerables muertes que ocasiona ¿para qué se gasta en ofrecerlo? Él mira a las chicas que caminan por el lugar sin parar, desfilan para ser miradas y admiradas, pero yo solo la veo a ella, mientras su maldito novio, estoy seguro de que es Fabián, le acaricia el pelo. Como me gustaría arrancarle cada uno de sus dedos. Aparto los deseos de sangre y venganza de mi mente, cuando el novio, Manuel es el nombre me parece, se aleja abruptamente de ella, dejándola sola e indefensa a mis ojos, tal vez es hora de que me acerque. Pero el sillón me atrapa y ya no puedo moverme, mis piernas están paralizadas, mi cerebro les ordena moverse pero ellas se niegan. Parece como si todo mi cuerpo se hubiera puesto de acuerdo para impedirme acercarme a ella.
Una hermosa chica pasa a mi lado y me sonríe, Gonzalo finge limpiarse la baba, yo ni siquiera me giro para verla, unos minutos después me arrepiento, acabo de perder una oportunidad que se da pocas veces, todo por culpa de ella. A veces parece como si las demás mujeres ya no me interesaran, otras veces me interesan demasiado, me ayudan a alejarla de mis pensamientos. Recorro el lugar con la mirada buscando a la linda muchacha, pero mis ojos solo la ven a ella, sentada tomando su trago, parece llorar.
Ya no es la pequeña niña de hace algunos años, es hermosa, es una mujer, es todo lo que yo siempre quise, y lo tuve delante de mis ojos durante tanto tiempo que no podía verlo. Me decido, me levanto, camino despacio, las rodillas me tiemblan, no puedo respirar bien, ¿qué me pasa? Siento que algo va a pasar, esta no es como las demás veces que intenté hablar en serio con ella, esta vez va a ser distinto. Me acerco por detrás, toco su hombro de un costado y me apoyo en el lado opuesto de la barra, ella se gira para ver quién la llamó, al no ver a nadie gira su cabeza hacia el otro lado y allí estoy yo, sonriendo como un idiota. Definitivamente estuvo llorando, el maquillaje bajo sus ojos está corrido, pero eso no disminuye su belleza. Me saluda, intenta sonreír, pero enseguida otra lágrima corre por su mejilla. Mi sonrisa estúpida muere en el acto, estiro la mano y atrapo la lágrima antes de que logre huir, le pregunto qué pasa, aunque ya empiezo a adivinarlo. El maldito novio la engañó de nuevo. Lo mismo había pasado en la fiesta de hacía un año, cuando me enamoré de ella por fin.
Intento consolarla, darle palabras de aliento, le aseguro que todo va a estar bien, ni yo me lo creo. Ella llora un rato más, ahora intenta excusar a ese estúpido, dice que está teniendo problemas en su casa, que sus padres se van a separar, ni ella se lo cree. No deja de mirarme con esos ojos, ahora que me necesita sí me ve, sabe que estoy ahí para ella. De pronto un impulso se apodera de mí, la abrazo, intento aguantar su dolor, su cara está frene a la mía, por fin, después de tanto esperar, la beso, y ella me besa a mí. El beso parece durar horas, tal vez han pasado días, nos quedamos así, juntos, es todo lo que había soñado.
De pronto siento un tirón, un fuerte golpe me separa de ella, caigo de espaldas al suelo y veo al maldito novio que se abalanza sobre mí. Logro esquivarlo justo a tiempo, mientras un par de amigos corren para agarrarlo, no les cuesta mucho inmovilizarlo, es un tipo flaco, casi tanto como yo. Me acusa de cobarde, de ladrón, intenta liberarse inútilmente, yo miro de reojo a los patovas que ya se acercan a ver que pasa, le propongo ir afuera a arreglar el asunto, tengo ganas de reventarlo. Ella no deja de llorar.
Salimos, el novio, me parece que alguien lo llamó Sergio, está un poco más calmo, aunque sigue medio borracho. Mis amigos lo sueltan y se arma una ronda alrededor nuestro, ella no mira, no puede mirar, preferiría que lo hiciera. El novio se dispone a atacar, se tambalea tanto que yo me río, pero también me preparo. Se lanza contra mí sin aviso, pero no me cuesta trabajo esquivarlo y ver como se va de boca al piso, un pequeño grito sale de la multitud. El novio se levanta, creo que está llorando de la humillación, me da un poco de lástima así que decido ponerme serio y terminar con esto antes de que se ponga feo, lo único que falta es que este gil se haya traído un cuchillo. Salta de nuevo hacia mí, esta vez no lo esquivo, preparo el golpe y le doy justo en la cara, en pleno vuelo. Sale disparado hacia atrás, puedo ver el pequeño hilo de sangre que cae al suelo, por fin ella aparece corriendo, pasa a mi lado sin siquiera verme, abraza a su novio y grita “¡Augusto!” Que nombre de mierda que tiene.
Me alejo sin decir nada, mi amor acaba de morir y jamás volverá, ella lo remató con una sola pedrada. Nunca entendí que fui para ella, una excusa, un arma, un pobre estúpido en el mejor de los casos. Con el tiempo la perdono, no soy rencoroso, pero jamás la veré con los mismos ojos, ni los del amigo ni los del amante, solo con los de un extraño. No se qué pudo hacerme pensar que ella me quería, la desesperación del momento tal vez, solo sé que en ese instante su engaño me lastimó y esas son heridas que tardan en sanar. Me alejo de la feliz reunida pareja, parecía que nada los separaría en ese momento, el gladiador vencido y su amada, no pasará más de una semana antes de que él la engañe de nuevo. Pero yo ya no estaré allí para consolarla, para amarla. Ella no entiende que ese amor es lo que necesita, es lo que desea, pero ese amor murió esta noche, cuando por fin dijo el nombre del maldito novio, creo que era Adrián, la verdad no me importa, espero que a ustedes tampoco.